
Voluntarios
Conoce las historias de los voluntarios, que de manera desinteresada ayudan mediante el programa Son-Rise a los niños con autismo

Magalí
Me llegó por casualidad. Un anuncio al Facebook y la certeza que aquí había algo que valía mucho la pena. Busqué información y confirmé que el Son-Rise era “mi” método. Vi la película “Son-Rise, un milagro de amor” una tarde, sola en casa. Por la noche, cuando llegó mi pareja, la vimos juntos; necesitaba volver a verla, volverme a emocionar y compartirlo con él.
Alba
Lo encontré cuando más lo necesitaba. Fue en un anuncio de Facebook en el verano de 2014. Tope con la fotografía de Guillem y me puse en contacto con su mamá. Ella me explico toda la trayectoria de Guillem, desde el diagnóstico hasta que habían empezado con el programa Son-Rise... Me dijo que era un voluntariado individualizado dónde se daba formación continua desinteresadamente.
Esther
Conozco a Guillem el 25 de septiembre de 2014, y a partir de ahí empieza mi trayectoria en el programa. Ya desde la carrera había oído hablar sobre Son-Rise y me pareció interesante. Conocí el proyecto a través de una de las voluntarias y quise saber más, conocer a Guillem, saber cómo se trabajaba, y así lo hice. Empecé como empezamos todas, observando sesiones, analizando y reflexionando...
Judith
Irene
Mi primer contacto con el programa fue a través de una compañera de trabajo, profesora como yo, y madre de un niño con Síndrome de Asperger.
Empezamos a la vez a trabajar con un niño diagnosticado con el mismo síndrome en el colegio y ella me enseñó todo lo que había aprendido realizando su programa en casa.
Las casualidades no existen, Guillem me encontró.
Todo empezó en agosto de 2014. En esa época ansiaba trabajar en un proyecto de apoyo social, dada mi formación y vocación innata para ayudar. Mientras continuaba en mi puesto de vendedora, busqué diferentes opciones, hasta que un día me llamó la mamá de Guillem para conocernos.